El 1 de octubre del año en curso, se presentó en el Aula Magna de la FFyL, la obra más reciente del filósofo trasterrado Adolfo Sánchez Vázquez. La publicación, coedición entre el Fondo de Cultura Económica y la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM, consta de dos partes. La primera de ellas, fruto de un ciclo de conferencias dictadas en 2003 con motivo de la Cátedra Extraordinaria: Maestros del Exilio Español. La segunda la constituyen textos de inauguración de coloquios y congresos, recepción de dos doctorados, así como ponencias diversas.
Coordinada por el director de la Facultad, Ambrosio Velasco Gómez, la mesa contó con la participación de Bolívar Echeverría, Griselda Gutiérrez, Jaime Labastida y Gabriel Vargas. Asimismo, cada uno de los presentes resaltó su gran estima y admiración por el maestro y autor del texto, quien por motivos de salud se vio impedido a asistir al evento.
En su intervención, Bolívar Echeverría, profesor de nuestra Facultad e investigador de la UNAM, destacó una idea que resulta una constante a lo largo del texto: la defensa de la política. “La reivindicación de la política ante su avasallamiento por la economía; la apología de la política que mantiene su autonomía y especificidad frente al poder económico” —citó al autor—. Por su parte agregó: La política se encuentra inmersa en un proceso en el cual ella misma ha perdido su propia definición, la política no sabe lo que ella misma es. Por lo tanto una crisis actual de la política se convierte en una crisis moral.
Esta indefinición de la política tiene que ver con la falta de poder histórico del poder estatal. Los Estados no están ahí para inventarse, para proponer y para crear, para ejercer el poder, sino que están ahí para obedecer, no tienen en verdad un poder histórico. No definen el destino de sus naciones.
Los Estados no están ahí para inventarse, para proponer y para crear, para ejercer el poder, sino que están ahí para obedecer. El capital en cuanto tal es un sujeto que ha decidido prescindir de los Estados nacionales como ejecutores de su voluntad. Son otros mecanismos los que están ahora sirviéndole al capital de vehículos para la imposición de su voluntad. Los Estados nacionales pues, han estado en un proceso de decadencia, junto con ellos el lugar de la política.
También observamos la intercambiabilidad de los hombres de Estado, o la intercambiabilidad de los partidos políticos (de afiliaciones, programas, de ideologías). Para el funcionamiento de este Estado que no tiene poder sino que obedece, resulta intercambiable el que sean unos o los otros, que esté en el gobierno una ideología u otra contrapuesta, todo esto se ha vuelto intercambiable. Se trata de una crisis general del ejercicio racional, del ejercicio guiado por el discurso del poder o la autarquía sociales.
La autarquía guiada por la razón es la que se encuentra en crisis. El ser humano no es autárquico, no decide sobre sí mismo, el destino que le espera no es un destino que él de una manera haya preparado o haya decidido, es un destino al que tiene que someterse.
Después del 68 lo único que viene es el desprestigio total de las ideologías, el desprestigio de la razón, el desprestigio del discurso como lugar en donde la opinión pública decide qué camino tomar. La política, justamente en el 68, comienza a prescindir del discurso. Todo lo que serían las ideologías, los planteamientos, los programas, las teorías políticas pasan a un segundo plano. La política parece poder ejercerse por sí sola; la política parece no necesitar de las ideas. La política parece estar entonces alimentada de otras fuentes y no de la voluntad popular expresada, o de la autarquía del sujeto social expresada racionalmente.
Lo que observamos es el hecho de que el capital en cuanto tal es un sujeto que ha decidido prescindir de los Estados nacionales como ejecutores de su voluntad. Son otros mecanismos los que están ahora sirviéndole al capital de vehículos para la expresión, para la imposición de su voluntad. Los Estados nacionales pues, han estado en un proceso de decadencia, en un proceso de obsolescencia, junto con ellos el lugar de la política, el lugar del discurso racional.
Por su parte, Griselda Gutiérrez, profesora del Colegio de Filosofía, señaló que la obra contiene una preocupación por problemas de relevancia y de actualidad, y que el autor no nos ofrece nunca una teoría divorciada de los problemas sociales y políticos de nuestro tiempo, refiriéndose al caso de los partidos en su proceso de burocratización, de su subordinación al proceso de traslape a las esferas de la acción social que provoca que la dimensión económica colonice otras esferas, en las que la política no es la excepción. Tales escenarios, continuó, acaban repercutiendo en una suerte de desideologización de los partidos, en las que sus señas de identidad parecen cada vez más difusas, es decir, plataformas políticas cada vez más desdibujadas.
A su vez, Jaime Labastida, poeta, filósofo y director de Siglo XXI Editores, reconoció la congruencia del pensamiento de Sánchez Vázquez, no sólo como una estructura interna que se ha vuelto más profunda y ha evolucionado, sino, más bien, la coherencia entre pensamiento y acción, teoría y práctica, entre ideas y vida, que no concibe la política sin un fundamento ético, y a la ética como un modo de actuar en un determinado tipo de política. Finalmente, consideró que el libro transmite no sólo una lección teórica sino una lección de vida.
Gabriel Vargas, profesor de la Facultad, aseguró que la obra representa la culminación de una temática, que desde la década de los sesentas en que se diera a conocer su libro Ética, ha venido experimentando un proceso de maduración.
El libro no trata una reflexión general y abstracta, dijo Vargas, en este caso encontramos una serie de relaciones concretas; desde la situación actual de la filosofía, el desafuero de Andrés Manuel López Obrador hasta la débil justificación que George Bush empleó para defender la guerra preventiva contra Afganistán e Irak. Concluyó con el diagnóstico de nuestro país: “En México lo que ha predominado ante la crisis de las ideologías es un pragmatismo que indica la tendencia a desarrollar políticas sin moral, y lo que se requiere es recuperar esta justa dimensión de la moral de la política sin caer en moralismos.”
REFERENCIAS
^ * Jonathan López García, “Ética y política: presentación del último libro de Adolfo Sánchez Vázquez”, en Metate. Periódico de la Facultad de Filosofía y Letras, año III, núm. 18, octubre, 2007, p. 5.
^ ** Alumno del Colegio de Estudios Latinoamericanos