Presentación al Dossier:
Actualidad, perspectivas y legados teóricos*

Rafael Polo Bonilla y Mateo Martínez Abarca


Revista Ciencias Sociales, núm 42

I

Al cumplirse 10 años del fallecimiento del pensador ecuatoriano-mexicano Bolívar Echeverría Andrade (Riobamba, 1941 - Ciudad de México, 2010),  constituye una tarea imprescindible, e ineludible, abrir nuevamente el debate acerca de su legado teórico-filosófico para la construcción de una teoría crítica de la modernidad capitalista desde América Latina. Echeverría es, sin lugar a dudas, una de las figuras más importantes en la historia reciente del pensamiento filosófico en nuestro continente. Una obra de la importancia y magnitud de la suya requiere una discusión que alimente —incluso críticamente—, aquellos grandes problemas que son materia de su indagación teórica, filosófica e intelectual. Por tales motivos, el presente dossier tiene como propósito ampliar los caminos hacia una discusión sobre la actualidad y trascendencia de su legado teórico, privilegiando contribuciones originales que acometan nuevas lecturas desde los distintos campos que conforman las humanidades.

El presente dossier tiene como propósito ampliar los caminos hacia una discusión sobre la actualidad y trascendencia del legado teórico de Bolívar Echeverría.

  Bolívar Echeverría, atento lector del pensamiento contemporáneo y uno de los mayores intérpretes de la obra de Marx en América Latina, consideraba que el proyecto de crítica de la economía política elaborado por el gran pensador alemán es, sobre todo, un discurso crítico de la modernidad capitalista en su conjunto. Sin caer en esquematismos o simplificaciones y partiendo de esta piedra angular presente a lo largo de toda su obra, Echeverría logra construir un rico andamiaje teórico que se alimenta también de diversas intuiciones presentes en otras tradiciones de pensamiento, trazando de esta manera rutas para una reflexión acerca de la modernidad en diálogo con diversos autores. Así, sus escritos interrogan también desde aquellas preocupaciones que fueron fundamentales en la obra de teóricos como Karl Korsch, György Lukács, Walter Benjamin, Max    Horkheimer y Theodor W. Adorno; así como Martin Heidegger, Fernand Braudel, Lewis Mumford, Roman Jakobson y Georges Bataille, entre muchos otros. Esta libertad filosófica, sumada a un compromiso intelectual con la necesidad de pensar y transformar el presente, permite a Echeverría abordar la complejidad de una serie de fenómenos que son propios de la modernidad en general, pero desde una perspectiva cuyo centro de gravedad se encuentra situado en América Latina.

  Pensador trashumante por excelencia, su escritura —que privilegió la forma ensayo, tan importante en el pensamiento latinoamericano—, discurre por entre las aristas de distintos campos del conocimiento en un tiempo de crisis radical, arrojando una alquimia teórica tan rigurosa como original. Sus innovadoras intuiciones acerca de la crítica de la economía política; la teoría materialista de la cultura y sus distintos comportamientos presentes en la modernidad; la reflexión con respecto al mestizaje y la identidad en clave barroca; el problema de la técnica y la reproducción del metabolismo social-natural; lo político-festivo y el futuro de las izquierdas; la Historia, sus sinsentidos y contra-sentidos o la estética, configuran algunos de los linderos para el desarrollo de una renovada discusión sobre su obra. Discusión que, como pretende este dossier al conmemorarse 10 años de su muerte, constituye una de las formas más elevadas de justo reconocimiento a uno de nuestros más importantes intelectuales de las últimas décadas.

II

La exigencia formulada por Bolívar Echeverría de localizar en el discurso teórico, aún en el plano de la utopía, un proyecto civilizatorio distinto a la modernidad efectiva, capitalista, predominante en el mundo desde mediados del siglo XVIII, permanece actual. Una demanda de interrogación filosófica e histórica de los diversos modos de lo moderno capitalista y de sus discursos solo puede ser heredada desde el diálogo reflexivo realizado a partir de una ontología del presente. Si consideramos la ‘lectura’ como un acto de contemporizar una interrogación crítica, ¿qué se actualiza en el campo del pensamiento y en el campo de la cultura, así como en el campo político, desde la experiencia crítica?

  Una ontología del pensamiento crítico, necesario y urgente para el pensar latinoamericano, se ocupa de un tipo de acontecimientos, los acontecimientos conceptuales, la emergencia de los objetos del pensar que estremecen los horizontes de inteligibilidad en momentos concretos. Conceptos y objetos que hacen posible el despliegue de narrativas, de apropiaciones y creación de sentido. Para nosotros, la escritura echeverriana constituye uno de los momentos más intensos de la reflexión crítica en América Latina. Sin duda, es un acontecimiento filosófico. No hay un acontecimiento sin derrumbe de un orden de lo decible y de lo visible o —por lo menos— de la promesa inminente de realizarlo. Los conceptos aparecen ahí donde emergen nuevas posibilidades expresivas, nuevos lenguajes, nuevos objetos-problemas para la reflexión, la investigación, y el desafío político, vivencial y existencial, porque los conceptos son invenciones culturales, sociales, políticas. Todo concepto encarna al contexto al que quiere pensar, objetivar, describir y clasificar, respondiendo al orden de la verdad y del saber. Podemos parafrasear con Deleuze, lo que impide que el pensamiento sea simplemente una opinión es el concepto, un parecer, una discusión, una habladuría. De esta manera, todo Concepto es, obligatoriamente, paradoja. En este sentido, capturar la dimensión histórico-experiencial de un acontecimiento es advertir el aparecimiento de nuevos lenguajes. Esto implica una guerra contra un horizonte de pensamiento, y es ahí donde Bolívar Echeverría se vuelve deslumbrante.

  La modernidad, como categoría ontológica y política, constituye una de las problemáticas articuladoras de la reflexión filosófica-política de Echeverría. El sueño de esta ‘edad histórica’ que es la modernidad, sueño de conquistar la emancipación, la igualdad y la abundancia —que no solo se refería a un incremento en la capacidad productiva sino a las inmensas promesas abiertas por el horizonte de la tecnología y la democracia—, parece haberse convertido en uno de los tantos fetiches que circulan en la sociedad del espectáculo, si no acaso —como atestigua el siglo XX— en las más abyectas formas de rotundo sinsentido. Preguntarse acerca de sus potencialidades al tiempo que de su anverso presente en las muchas versiones de la barbarie, abre una interrogación en la que está en juego no una forma de vida histórico-social, sino la contingencia misma de la vida.

La exigencia, formulada por Bolívar Echeverría, de localizar en el discurso teórico, aún en el plano de la utopía, un proyecto civilizatorio distinto a la modernidad capitalista permanece actual.

  En el desplazamiento reflexivo que puede percibirse en Echeverría, desde una fundamentación de la ‘utopía comunista’ a una deconstrucción crítica de la modernidad capitalista, convergen varios acontecimientos: la crisis y posterior hundimiento de los países del ‘socialismo real’; el advenimiento del neoliberalismo como doctrina hegemónica en la gestión biopolítica de las sociedades occidentales, y el agotamiento de las categorías filosóficas y políticas modernas. Esta interrogación crítica que busca capturar el presente, a su vez, se desplaza de la denuncia del carácter contradictorio de la modernidad capitalista, de la explotación y genocidio, a la necesidad de entender las categorías estructuradoras del mundo de la vida. Se trata de asumir la “experiencia abismal” (Nietzsche) donde el futuro prometido, inscrito en la noción de progreso, se mostró como una ficción necesaria de la modernidad, convertida en verdad ontológica. Después de todo, el desencanto moderno no fue una salida de la teología cristiana, sino su secularización.

  Deconstruir la modernidad, deconstruir el marxismo: en ello radica una apuesta por la inteligibilidad de la crisis civilizatoria de escala planetaria, que no quiere perder el impulso crítico que supuso el discurso crítico marxista, cuya apuesta política se había encaminado a concretar la promesa de un mundo donde lo humano se despliegue en toda su capacidad imaginativa. Quizá por eso mismo una manera de definir la utopía comunista no sea otra que la sociedad de la desenajenación, como la plantea Marx en sus Manuscritos. Pretender la deconstrucción de la modernidad capitalista implica desplegar el discurso crítico. A través de él, Echeverría reconoce la importancia de las batallas teóricas acerca de los fundamentos y de los conceptos con los que se construye la legitimidad de un ethos histórico. Es también un acto de desidentificación de lo moderno con lo capitalista, de desnaturalización de este como el mejor de todos los mundos posibles, de mostrar la arbitrariedad de las determinaciones en la producción de una forma de vida que opera en el tiempo ordinario, sugiriendo la multiplicidad de actualizaciones posibles de lo moderno. Es el discurso crítico entendido como una fuerza disruptiva que desestabiliza la praxis cotidiana, con la única finalidad de producir oberturas a una posibilidad humana distinta a la efectiva, concreta, realmente existente del capitalismo.

  El discurso crítico lleva a cabo una batalla en el campo de la teoría en la búsqueda de la objetivación de las potencialidades históricas, contradictorias, reales, contra aquello que obstruye la vida. El horizonte espacial e histórico de la modernidad es planetario, abarca la diversidad de mundos de la vida; es en esta dimensión planetaria donde las leyes del régimen de valorización del valor subsumen y ocluyen a las formas naturales de la reproducción social. Mientras esto acontece, la experiencia vital moderna está dominada por el vértigo, la aceleración, la continua racionalización técnico-instrumental cuyas consecuencias de devastación sobre el mundo de la vida observamos aparentemente como si fuésemos simples espectadores. Prisioneros de la paradoja, por una parte, de la promesa de la emancipación y autocreación en tanto sujetos; por otra, por la incertidumbre de estar gobernados por la férula de hierro de la ley abstracta de la reproducción del capital. En tal sentido, el proyecto intelectual de crítica de la modernidad capitalista planteado por Echeverría es una respuesta y un desafío para hacer inteligible la situación actual de la crisis civilizatoria en el presente.

  El capitalismo contribuyó a hacer posible el programa de la modernidad en términos ambivalentes. Es su ‘vehículo’, pero también su principio de negación. Por una parte, abre las posibilidades del programa ilustrado —que durante el siglo XVIII alcanzó su forma discursiva filosófica y política, pero cuya herencia es hoy problemática—, al confiar al programa matemático de dominación técnica de la naturaleza, las ‘promesas’ de la ‘libertad’ humanas. Por otra, es negada la promesa emancipadora por el ‘vitalismo’ fetichista de la mercancía, la ‘religión’ de los modernos, que opera en la lógica de la valorización del valor en la reproducción capitalista. Echeverría continúa la propuesta lukacsiana de crítica del fetichismo de la mercancía como la categoría central en el discurso crítico de Marx, pero comprendiéndola en una escala mayor, la de la civilización de la modernidad enajenada por el capital.

  Los textos aquí reunidos buscan interrogar la escritura echeverriana desde distintas vertientes. Interrogaciones que heredan, porque heredar significa dilucidar aquello que nos llega para filtrarlo, desmontarlo, volverlo a montar, reconociendo que aquello que nos llega también nos interpela. El ‘pasado’ nos interpela, como nos recuerda Benjamin, en los combates presentes. En definitiva, este dossier nos plantea una exigencia, una responsabilidad: ¿cómo se captura, se hereda, una experiencia crítica? Una primera respuesta está asociada a eludir el consuno de homenajes y su impronta reificadora. También, en negar una actitud patrimonialista cuando de lo que se trata es de abrir horizontes de sentido. Se trata de heredar, en definitiva, desde las preguntas contemporáneas, pero sin dejar de preguntarnos por la condición actual del discurso reflexivo y crítico de Bolívar Echeverría, de reconstruir los problemas que se planteó y los desafíos teórico-críticos a los que respondieron sus intervenciones en el campo filosófico. Esta opción nos exige una apuesta: evitar que se conviertan en lugares comunes, dar continuidad y vitalidad al desafío que la crítica plantea al presente, retornando a la vitalidad de un autor que, para nosotros, no ha dejado de ser un verdadero acontecimiento filosófico.

REFERENCIAS


^ * Rafael Polo Bonilla y Mateo Martínez Abarca, “Presentación del dossier: Bolívar Echeverría: actualidad, perspectivas y legados teóricos” en Ciencias Sociales, Vol. 1, Núm. 42, diciembre, 2020, pp. 9—12. ISSN: 0252—8681.

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